lunes, 4 de octubre de 2010

5 de Octubre de 1988, el plebiscito del Si y el No

Como olvidar ese día. Entonces yo tenía solo 14 años, pero ya había sentido el rigor de lo que era vivir en un régimen distinto a lo que es una democracia.

Lo sentí cuando se me prohibió formar un centro de alumnos en el colegio en el cual yo estudiaba, cuando mi mamá me dio un fuerte coscorrón el día que se me ocurrió cantar una canción prohibida al lado de una pareja de carabineros, cuando vi a mi padre quemar unos retratos de Allende por que tal vez en la población habría una redada, y no podía guardar ese tipo de cosas, estaba prohibido. Esa palabra me causaba nauseas, me irritaba el que me prohibieran cosas sin tener para ello un fundamento, una base lógica.

Entonces, cuando escuche decir con mucha timidez en algunas radios, que habría un referéndum que permitiría a la gente decidir si quería seguir con Pinochet como gobernante, o permitir ir a elecciones libres y populares, la alegría y la emoción se apodero totalmente de mí.

Recuerdo con cuanto entusiasmo seguí la franja televisiva, como en un santi amen me aprendí la canción del No, como aplaudí el talento de los creadores de la franja del No, como espere impaciente que llegara el 5 de Octubre de 1988, el día D.

Y cuando llego, corrí a la calle a ver como la gente despobló el lugar donde yo vivía para asistir a las urnas a votar bien temprano, era un día soleado, hermoso, como predictor de lo que vendría.

No puedo recordar sin tener que secar mis lagrimas, el ver a mi padre llorar cuando se oficializo la victoria del No. Tome un bombo y salí a la calle, me acople a una turba de gente que pasaba frente a mi casa, y al ritmo de guitarras desgastas, y palmas sudorosas, me puse a cantar: "Adiós general, adiós carnaval..."